sábado, 9 de marzo de 2013

El Inicio

Más tarde se produjo un nuevo episodio fundamental en toda esta historia. Visitando algunas páginas por Internet descubrí una nueva Victoria, sólo que en esta ocasión era rusa. La cosa fue que un día curioseando por páginas del Este y donde se presentaban gentes del entorno ruso con afán de conocer gente de Occidente, ya fuera por diferentes y distintas conveniencias. El abanico era muy amplio, tanto como los intereses que uno buscase. Pero ¿Qué sabia yo de Rusia? Nada. Yo no tenía por aquel entonces ningún interés por Rusia. Más allá de la historia, literatura o música clásica que se me antojaban extraordinarias jamás pensé en ella, y aun menos en llegar a visitarla algún día. Para mí era un viaje lejano. Demasiado peligroso, según mi parecer arriesgado, incierto, ignoto y es que sencillamente no estuvo nunca para nada en mis planes. ¿Qué buscaba en aquellas páginas, entonces? ¿Quién sabe? Simplemente curiosear, entretenimiento, diversión. También quizás llevado por una fuerte atracción por las mujeres rusas a quien las considero extremadamente bellas por lo general. Quizá una fuerza de atracción inconocible o búsqueda genética en su clara piel.




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