martes, 26 de febrero de 2013

El Dilema

Vicky recibió el mensaje con preocupación y se lo tomó a mal. Se sentía ofendida y me presionó aun más, pues parecía como si a ella le pareciera un auténtico acto de cobardía ese abandono por mi parte. Una renuncia que hubiera roto todas sus esperanzas depositadas en aquel prácticamente desconocido. Como si ella hubiera confiado en mí desde el principio y yo le hubiera finalmente traicionado. Me pidió que no lo tirásemos todo a rodar, que me echaría mucho de menos y que por favor nos diéramos una nueva oportunidad. Por supuesto yo no quería dejarla pero entendía que era la única opción sensata. A mí sólo me faltó aquello para tomar una decisión al respecto, porque Vicky y a quien no conocía en absoluto excepto por todo aquello que nos quisimos contar, a mí me gustaba mucho, demasiado, la sentía profundamente. Sería porque se dice que la atracción de lo semejante a veces se hace incontenible. Y Vicky al igual que yo se mostraba tranquila, serena. La paz y quietud que evocaba en mí era casi irresistible más allá de su exótica belleza. Su piel tan clara, blanca como la nieve, unida a sus límpidos ojos entre un rango gris y azul parecían clamar su pertenencia al cielo. Desde luego para mi entender si alguna vez los ángeles se hicieron visibles sin duda debieron ser lo más parecido a ella. Yo no podía oponerme a un sentimiento que crecía con fuerza en mi interior. Aun me obstinara en no reconocerlo estaba completamente enamorado de ella y lo estaba desde la vez que a primera vista la vi. Amor a primera vista. De hecho no podía ser de otro modo, sino siquiera hubiera perdido un sólo segundo de mi tiempo en flirtear con ella. Ciertamente yo lo último que deseaba era decepcionarla y de algún modo me vi forzado a continuar en aquel complicado idilio virtual pero yo creía profundamente en las palabras, para mí significaban mucho, lo significaban todo y no eran vanas o sin sentido. Quizás me encontraba atrapado en mi propia red y que con tanta devoción tejí, aun yo no jugaba con ella y asumiría cada frase que estuviera dispuesto a pronunciar. La ruleta volvía a girar pero en definitiva ¿no es eso la vida?


Ksenya 2005



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