martes, 12 de febrero de 2013

La Sorpresa

“¿Vicky? ¿Vicky?” aturdido balbuceé. La tensión y el nerviosismo del momento no me ayudaban a comprender las palabras de aquella voz femenina que me hablaba desde el otro lado de la línea telefónica. Por más que lo intentase no entendí una sola palabra. No sabía que hacer, bajar o aguardar a que sucediera algo, pero de repente el timbre de la puerta del apartamento me quitó de mi ensimismamiento. Corrí hacia ella, lleno de emoción... quizá para el momento más esperado de toda mi vida. Todo un mundo concentrado apenas en un decisivo segundo se haría realidad en aquel sólo instante. Abrí la puerta y mis suposiciones se hicieron reales enmudeciendo lo que es, de lo que bien pudo ser, ó porque efectivamente allí estaba mi estrella entera. Ese instante de felicidad completa no podía calificarse solamente con palabras. No sabía como reaccionar y no sabía como agradecer tampoco aquel instante de fortuna. La emoción me embargaba. Cuesta creer que aquello fuera verdad. Por fin... Ella estaba allí, ... sólo que aun no era Vicky sino mi preciada maleta. Y ahí estaba también aquel corpulento joven ruso del aeropuerto y que no me mintió. Cumplió su promesa, tal y como me dijo la recuperó para traérmela. Yo estaba tan agradecido que no cabía de alegría y tampoco sabia como pagarle aquella eficiencia. Creo que por primera vez comprendí a Rusia en toda su dimensión humana. Aquel muchacho se sentía también orgulloso y eufórico por saberse con el deber cumplido y ese era un futuro posible para una juventud rusa, un pueblo que un día se supo fuerte como sus vientos tras la revolución social por alcanzar la justicia y la libertad, pero no nos engañemos sabemos a donde condujo eso, a nuevas injusticias y la falta de libertades comunistas, y esa medida justa y honrada para hacerse realidad debería llegar hasta el ultimo confín de la tierra rusa y barrer también aires viciados y corruptos que sobrevolaron esas tierras y eso más que improbable era toda una quimera.


Moscow 2006

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