viernes, 22 de febrero de 2013

La Decisión

Ahora que habíamos decidido estar de nuevo juntos a miles de kilómetros de distancia me pregunté si no habría un modo de mejor remediarlo para estar juntos. De acuerdo, pero primero era necesario saber qué es lo que quería Vicky. En los siguientes mensajes traté de averiguarlo, sin embargo no era tan sencillo. Y es que nadie sabía lo que quería Vicky, especialmente me temo ella tampoco. A todo esto las cartas se hacían día a día más intimas y yo había dado un paso importante en la relación. Cada semana le enviaba algún que otro obsequio mediante un transporte internacional: Flores, peluches, etc y ahora también la llamaba y hablábamos por teléfono casi todos los días. Vicky no daba crédito a ese diluvio de afecto que recibía y se sentía muy querida por aquel extranjero pero lo que más apreciaba eran los momentos como cuando les cantaba por teléfono a ella y a Nikita, su hijo de 6 años. Recuerdo que uno de esos días Vicky no se encontraba en casa y entonces hablé con los padres, bueno, lo de hablar era un suponer porque los padres sólo hablaban ruso y yo por supuesto no tenía ni idea. El caso es que su madre repetía una y otra vez una palabra que yo no atinaba a comprender y ninguno de los dos nos atrevíamos a colgar definitivamente el teléfono. La palabra en cuestión era “до свидания” significa “Adiós” pero es una palabra tan bonita que no sonaba a despedida y así estuvimos largo rato: yo escuchando la palabra y la madre repitiéndola con angustia pero como quiera que la madre de Vicky no colgaba tampoco lo hacia yo. Tuve la impresión de que los rusos también eran muy educados.

Vika / Ksenya 2005




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