miércoles, 13 de febrero de 2013

El Hotel

Desolado crucé la puerta del Hotel y lo primero que hice al llegar fue preguntar en recepción por Vicky, si pudiera ser que hubiera llegado antes que yo. Pero no todas las recepcionistas hablaban Inglés, así que se dirigió a mí una chica que en un perfecto Inglés me informó que mi acompañante aun no se había registrado pero que no me intranquilizase ya que a su llegada me llamarían al teléfono de mi habitación para comunicármelo. Tomé el ascensor hasta mi habitación con mirada triste, incómodo y bastante atascado. Abatido abrí la puerta de aquellas estancias y entonces me introduje en una atmósfera acogedora y limpia. Silenciosa me aguardaba para dejarme grata y profundamente impresionado. Un tono caoba de luz lo invadía todo penetrando todos los rincones de la casa. Los muebles de una solidez clásica y estilo imperial, retratos de hermosos cuadros colgados en las paredes me transportaron por unos instantes a otro tiempo, un tiempo romántico de damas y caballeros que aun con las dificultades propias de la época supieron crearse un mundo entrañable, y eso dibujó de nuevo en mi rostro una media sonrisa y me dije que aun habiéndolo perdido todo, al menos podría ofrecerle a Vicky un cálido hogar. Salí a la terraza, y una ciudad inmensa se divisaba frente a mí en un plano sin igual, algunos rascacielos tocaban un techo sin nubes y de pronto el cielo de Moscú se rompió llenó de luces y colores de fuegos artificiales, me pregunté si acaso celebraban alguna festividad o era el recibimiento a las noches blancas de Moscú. Mientras me maravillaba repentino el teléfono sonó insistente y atropelladamente salí del balcón para entrar y coger el auricular. Una voz suave se dirigía a mí en ruso.

Moscow 2005

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